Baudelaire se enderezó en su silla, me miró, tomó vino y volvió a tomar
vino, y su voz áspera, no rápida, no fulgurante, vibró, gruesa, con el vino y
se hizo lenta, y Baudelaire, lo recuerdo, madame Cabarrús, cerró los ojos, y
dijo:
La burguesía se apoderó del
control económico, político y moral y social de Francia, de Inglaterra y de los
Estados Unidos y de buena parte de Europa. Y decretó la inutilidad de la
poesía. Y los poetas no tenemos alternativas. Podemos aspirar, aquí, a un limbo
pequeño e higiénico: ser los escribas de un banquero. O se nos sospechará de
enemigos del orden y la propiedad, como
a los obreros socialistas, lo cual es excesivo desde donde sea que se lo mire. En
verdad, la burguesía siempre es excesiva.