viernes, 31 de diciembre de 2010

ARBOLITO - La Costumbre

Xenofobia es la explotación

Es notable como nos han hecho creer que es más grave hacer comentarios xenófobos que gobernar el país con políticas económicas que someten a los "negros" a la miseria y la explotación.

Bolsillo y gracia

Hoy, tal vez, perdí mi último lastre de ingenuidad. Escuché la entrevista que el Indio Solari dio en "Cuál es?". Allí, además de presentar su nuevo disco y exponer su perfil musical se enredó en una auténtica operación de prensa claramente digitada en favor del gobierno K.

No es que me sorprenda descubrir que quien considero el mejor poeta de nuestra historia literaria rioplatense sea un burgués. Lo que me sorprende, casi hasta el dolor, es ver con qué poco entrega su palabra. Porque, como nos enseñaron los HOMBRES de la Generación del 36, la poesía se entrega a la REVOLUCIÓN, o no se entrega.

Hasta hoy las críticas acerca la fortuna del Indio rebotaban en la textura de sus poemas, en el indescifrable cerrojo de sus metáforas, en los grafitis de las paredes de las barriadas más marginales y putrefactas de este desgraciado país…

La bandas, marginales y explotadas por los mismos que hoy halaga, jamás lo abandonaron… Hoy Solari soltó al aire, rifó, todo el poder de sus poemas. Y me deja la sensación (irreal, por cierto) de que no “me queda la pabra”. Lo hizo para meterse en la tilinga discusión mediática que nos obliga a elegir entre criminales de distintos colores.

Pero nada es en vano. Él podrá seguir escribiendo “bien” pero jamás serás del pueblo, nunca alcanzará a poetas como Miguel Hernández que entregó su vida al monstruo antes de cambiar una sola de las letras que cantó a su pueblo.

Mi ingenuidad consistió en olvidar que para los burgueses, sin excepción, “el bolsillo es más profundo que su gracia”.

Pasar o repetir ¿esa es la cuestión?


Repetir de grado no sirve para nada. O mejor dicho, no le sirve de nada a quién repite, porque a la escuela y a la división del trabajo sí. La primera se justifica a si misma sin mayores exigencias en un simple hecho burocrático y que no requiere ninguna conciencia "extra" y la segunda porque encontrará en los "no aprobados" a aquellos que harán los peores trabajos.

No existe ninguna razón didáctica, psicológica, médica ni política que justifique de manera científica que quien no cumple los objetivos debe repetir exactamente lo hecho el año anterior para hacerse con el saber.

Pero nada es casualidad. El origen de la decisión de hacer repetir está basado en unos pobrísimos textos "científicos" del siglo XIX que rezaban que los humanos aprendíamos por repetición, memorización, fijación, etc. Creer hoy en estos criterios es equivalente, y no es chiste, a confiar en que las enfermedades son producidas por maleficios o que la tierra es el centro de un sistema que gira a su alrededor.

Claro que la escuela argentina de aquellos tiempos no era culpable de estar diseñada según los avances del momento. Con la misma certeza podemos decir que las instituciones educativas actuales al hacer repetir a un niño o un joven están incurriendo en un acto brutal, cruel, discriminatorio y violento.


¿Por qué ocurre esto?


Pues porque tanto aquella vieja escuela como la contemporánea están situadas en el mismo tiempo histórico. La línea de tiempo no es la única manera de graficar “al pasado”, “al presente” o “al futuro”. En el mismo tiempo físico pueden convivir el pasado y el porvenir. A su vez “el pasado”, como fuerza política, puede convivir con dos siglos de diferencia.

Un ejemplo: en la Revolución de Mayo conviven el pasado y el futuro en un mismo momento temporal-físico: Moreno es lo nuevo, la vanguardia; Saavedra significa lo antiguo, el lastre de un tiempo que se resiste a se ajusticiado.

La fuerza política es lo que determina, en última instancia, en qué tiempo se debe ubicar tal o cual persona o institución.

Nuestra escuela pública funciona con los conceptos del 1850 porque pertenecen a la misma fuerza política, al mismo pasado. Sistemáticamente se niegan los más evidentes avances. Que nuestros jóvenes y niños repitan es una prueba elocuente.

Se sigue educando para naturalizar la división actual del trabajo, para reclutar a los más aptos, y por supuesto, a los menos aptos.


El tiempo del alumno


Juzgados por no más de una docena de prejuicios arcaicos, los niños y jóvenes de nuestro país que concurran a escuelas estatales y que no alcancen lo que la escuela crea necesario, serán separados de su grupo y de sus afectos y deberán perder un año de sus vidas repitiendo, incluso, aquello en lo que se destacaron. Deberán enfrentar, además, los problemas de reconstruir sus lazos vinculares, su autoestima y luchar contra el prejuicio.

Un repetidor, al fracasar, está siendo descendido, por la sociedad industrial, un escalón en su futura calificación laboral.

El caos y la impunidad adulta es tal que, por ejemplo, un alumno de secundaria debe volver a hacer las once materias de un año por no aprobar tan solo una. Incluso si se trata de Educación para la Salud.

O lo que es peor, un niño puede ser egoísta, mal compañero, individualista y descuidado pero si va bien en las cuentas (inventadas por los árabes en el 1600) y copia o descifra “correctamente” pasará por los siete años de la primaria sin mayores sobresaltos. En la misma sintonía si alguien es solidario, se esfuerza, aporta alegría y colabora con el desarrollo grupal no será tenido encuentra si no aprende la técnica de la división por dos cifras, el análisis sintáctico, el ciclo del agua, la germinación o las capitales de África.

Para terminar le recomiendo que lean este artículo de Mariano Fernández Enguita

En este país, como en Macondo, hay cosas que nunca pasa(ro)n

Cando José Arcadio Segundo le gritó al tercer pelotón del ejército que se metieran en el culo el minuto de gracia que restaba antes de que abrieran fuego contra los huelguistas y sus familias sabía que morirían todos. Pero lo que nunca imaginó fue que habiendo él sobrevivido NADIE en el pueblo le creería lo sucedido: “Aquí no ha habido muertos. Desde los tiempos de tu tío, el coronel, no ha pasado nada en Macondo.”.

Siempre consideré un hueco esta parte de la mejor novela de nuestro idioma. Consideré que se trataba de una exageración, algo de subestimación al pueblo en el trabajo mostrar nuestra realidad. Eso hasta estos días.

Ocurre algo similar en nuestro país. Ocurre con los simpatizantes de este gobierno K. Muchos de las personas que más quiero y respeto son "simpatizantes" K y niegan los más aberrantes dolores de nuestro pueblo, los crímenes, el hambre, el saqueo… No importa la prueba que se presente. Siempre responden como ese literario “Aquí no ha habido muertos”, “la culpa es de otro”, “son los gorilas no nosotros”. Niegan. Ocultan confiados de estar del lado de los "Buenos". Tal vez esa sea parte de la tragedia latinoamericana, el gesto que por fin nos une y hermana.

En estos días me tocó ver el gesto inconfundible de la contradicción sincera, dolorosa, en muchos de mis amigos K cuando charlábamos de los masacrados en Formosa. Ya no pudieron decir “¿Acá?, no eso no ha pasado, es una mentira del Grupo Clarín”.

Miran sin ver. Y en ese ocultar (se) no recuerdan qué pasó luego de la masacre en Cien años de soledad (ese retrato impecablemente completo de nuestra tragedia).Olvidan que después de la negación puede llover “cuatro años, once meses y dos días.”.

El Fascismo es odio y miedo a los trabajadores


El origen del odio del fascismo no es la raza, etnia o religión. Es un odio de clase que nace con el miedo burgués a perder privilegios.


Algunos Manos se disfrazan de Eternauta. No les creas!!!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Acá un video imprescindible para estos tiempos en donde el Estado argentino utiliza la contaminación idiológica como una de sus principales herramientas represivas

Ingeniería Revolucionaria

         Cuando hagamos la revolución concentramos la mayoría de los recursos educativos en una nueva carrera que llamaremos Ingeniería Revo...